Si yo fuera turista de mi ciudad, en Breslavia, viajaría en cicla gratis, o casi gratis. Aquí existe un sistema de bicicletas públicas abierto a cualquiera con un teléfono celular y una cuenta bancaria. Solo se deben pagar 2,30 euros de cuota inicial, ¡y siga usted, a rodar por 0 euros durante los primeros 20 minutos! Incluso se puede hacer una pequeña trampa: usar la cicla menos de 20 minutos, dejarla en la estación, y esperar un rato (o caminar hasta la siguiente parada) para sacar otra sin pagar nada.
Berlín, y ciudades como Varsovia, París, Sevilla, y Londres, cuentan con un servicio similar de bicicletas repartidas por toda la ciudad. El sistema oficial de la capital de Alemania, Deezer Nextbike, por ejemplo, exige tener instalada una aplicación en el teléfono. Yo desistí de usarlo en mi celular aquejado de demencia -su memoria es insuficiente con el paquete de Google y Whatsapp-. ¿Qué hacer si no se puede o no se quiere instalar la aplicación?
La segunda alternativa para pedalear barato en Berlín -y en otras contadas ciudades- es Bikesurf, proyecto de bicicletas de Graham Pope, un dublinés que ha viajado a punta de hospedaje gratuito en casas de completos extraños. Para Graham, Berlín es la capital de la economía del futuro, la economía colaborativa del Couchsurfing, las neveras compartidas o de su propio Bikesurf, que es “gratis”; el pago es una donación para el mantenimiento de las ciclas y de la plataforma.
La flota de bicicletas de Graham es sencilla y hasta anticuada si se la compara con las ciclas de Deezer Nextbike, o con el sistema sin estaciones de Limebike y Donkeybike, que funciona con un teléfono conectado a internet. Las Bikesurf no son coloridas, ni llamativas. Podrían pasar por ciclas abandonadas. Y el registro o el préstamo tampoco tiene nada de automático: se debe esperar a que Graham mismo, o quizá algún otro voluntario, lea y acepte la inscripción.
Nos sorprendió que, en tiempos de respuesta inmediata o robotizada, recibiéramos la confirmación de préstamo varias horas después, casi a la medianoche. Nos acostamos sin saber si habría ‘bici’ al día siguiente, y nos levantamos con la sorpresa de que sí, de que pasaríamos la jornada con dos bicicletas holandesas.
Inspirado por Couchsurfing, Graham creó su plataforma para que quienes no puedan pagar los 10 euros diarios del alquiler diario de una cicla, también pedaleen. Pero sobre todo, Graham quiere que los usuarios de Bikesurf le cojan cariño a su bicicleta tras pasar horas o días con ella.
Nosotros definitivamente guardamos un buen recuerdo de nuestras ‘bicis’. Fuimos hasta el Tempelhof, un aeropuerto convertido en parque, y nos sentimos convertidos en avión en la pista de aterrizaje. Visitamos otro extremo de la ciudad para conocer la tienda que vende productos vencidos a bajo precio. Pedaleamos hasta otro negocio donde alimentos, cosméticos y dulces se venden sin empaques. E intentamos llegar hasta el Reichstag, el parlamento alemán.

Reichstag, Berlín
Ahí empezó la segunda parte de nuestra aventura. Una de las ciclas, probablemente agotada tras haberse creído aeroplano, colapsó. Su canasta, timbre y candado estaban intactos, pero no así un pedal. Probamos soluciones absurdas. Con cordones. O simplemente reacomodando el pedal, “a la fuerza”, sin hacerle daño, con una piedra. Inútil todo. Se había caído una pieza.
Regresamos hasta nuestro alojamiento, dos o tres horas más tarde, probando todos los métodos: a pie; tomando impulso con una pierna como si la bicicleta fuera una patineta; o la maniobra más peligrosa de todas, reacomodando el pedal con un pie en mitad de la calle.
Aunque la segunda ‘bici’ parecía intacta, también quiso sumarse al alboroto y “escupió” su luz delantera hasta la mitad de la ciclorruta: ninguna sorpresa, la luz había sido pegada con alambres oxidados y cinta transparente.
En todo caso, sin duda volveríamos a alquilar una Bikesurf. Alguna otra aventura nos espera. ¿Y ustedes, se apuntan? Bikesurf ha llegado a Santiago de Chile, Zagreb en Croacia, Brno en República Checa, París en Francia; Darmstadt, Freiburg, Kassel, Kiel, Leipzig, Munster, todas estas en Alemania; así como a Budapest y Eger en Hungría, y las ciudades de Milano, Madrid, Kiev y Atenas.
Si tiene bicicletas de sobra y le llama la atención crear su propia red de Bikesurf en su ciudad, puede ponerse en contacto con Graham por medio de Bikesurf.org