El paraíso de los muñecos viejos está en Breslavia

Papa Smurf or Smurf Santa?

¿Papá Pitufo o Papá Noel Pitufo?

Alrededor de dos mil juguetes setenteros, ochenteros y noventeros, y 200 motores recrean el nacimiento del niño Jesús en Breslavia, al oeste de Polonia.

En los pesebres siempre vemos a María, José, el niño Jesús, los reyes magos y los pastores. En el de Breslavia, Polonia, cerca de la frontera con Alemania, el niño Dios nace los 24 de diciembre rodeado de una compañía disímil: un Papá pitufo, una bruja sobre su escoba, doscientos árboles, un Papá Noel animado en una mecedora, bailarines polacos que giran sobre su eje, Juan Pablo II en la ventana, y muchos otros.

Conforme los visitantes entran al pesebre en la capilla de los Sordos y los Ciegos en la iglesia de Santa María en la Arena, una monja robusta y severa examina sus movimientos. Desde el altar, con su ceño fruncido en su hábito negro, ella custodia las dos mil figuras de esta szopka (pesebre) y como perro guardián gruñirá si alguien osa robarse un muñeco o burlarse del montaje. Aunque es una máscara. Si alguien dona unas monedas, ella le preguntará con amabilidad de dónde viene y buscará un par de estampas con la historia del pesebre.

Con un control remoto la monja activa las luces y el movimiento de la szopka. Oprime un botón y las figuras giran y giran al compás de música oriental o cristiana; se escucha el rumor de los motores trabajando y el tintineo de una tímida campana. El pesebre empezó en 1967, y pareciera exhibir los muñecos de un cuarto de San Alejo de varias generaciones: hay árboles navideños de la época comunista -flacos y con pocas hojas-, el personaje amarillo de Plaza Sésamo en un sube y baja, juguetes de los huevos sorpresa, un tren y una pequeña pista de autos.

Muchos objetos fueron recolectados y luego donados masivamente entre los años 70 y 80. “Ya no se recolectan muñecos nuevos. Durante la kolęda (visita parroquial del sacerdote a los polacos después de Navidad) del 2013 los niños querían regalar muñecos para el pesebre, y yo no pude decirles que no”, comenta el sacerdote Tomasz Filinowicz, encargado del montaje de la szopka y de la administración de la capilla de Sordos y Ciegos.

Filinowicz es apenas un novato. Desde fines de los años 60 y hasta 2012, el sacerdote Kazimierz Błaszczyk le dio vida al pesebre: encargó murales que retrataran a Breslavia y quiso que hubiera figuras animadas. “Las (pinturas) más antiguas son el molino, la iglesia y la torre”, dice Kazimiera, que trabaja en la szopka hace 30 años.

Kazimiera, también abuela y vendedora de una tienda, trabaja en el montaje del pesebre para la versión de invierno  junto con otra mujer y un hombre. Los tres, dirigidos por Filinowicz, empiezan a sacar las figuras del sótano de la capilla a finales de septiembre para desempolvarlas, limpiarlas con agua y jabón y, si son animadas, ponerlas en su lugar, porque tienen uno fijo. Y “como se las roban”, dice Kazimiera, el equipo las atornilla o las pega en mesas y estanterías de aspecto desgastado y sucio, año tras año. “Es un trabajo pesado, que necesita precisión y tiene muchos detalles”, dice ella, mientras enjabona con spray un muñeco con traje típico de Kazajistán.

Las mujeres ponen los personajes más bonitos a la vista: los ángeles, algunas porcelanas, el Papá Noel. Cuentan que una vez en sus labores de limpieza, cuando echaron a la lavadora un perro negro, descubrieron que el animal era en realidad blanco.

“Estoy buscando mi figura. ¿Dónde está?, ¿dónde está?…”.

Kazimiera y su compañera, Jadwiga, han visto esa escena numerosas veces. Un hombre o una mujer entra al pesebre, lo examina, y “…¡Ah! ¡Aquí está!”, encuentra su donación a la szopka. Parece como si la política del pesebre fuera conservar la memoria de la infancia polaca, no botar los regalos. Un faro hecho con fósforos que un anciano donó hace muchos años sigue allí. Hay además una bruja en lo alto de un armario que parece más un adorno de Halloween: es la Befana (versión italiana de los Reyes Magos), regalo de una mujer que estuvo en Roma. En contraste, los peluches, según Kazimiera, ya no son bien recibidos.

Para futuros planes de renovación anunciados por el padre Filinowicz está descartado tirar a la basura los escuálidos árboles de la época comunista. “Son la memoria de nuestra infancia, tienen un valor sentimental”, dice el sacerdote y comenta que algunas figuras siguen cobrando vida con los motores de radios o licuadoras de ese tiempo. “En los años 80 no había nada en las tiendas. Para animar un muñeco había que usar el motor de otros objetos. Así que puede que veas en el pesebre un muñeco pequeño encima de la mesa, pero su motor debajo es grandísimo”, agrega el sacerdote.

El plan de domingo en invierno hace 30 años era ir a caminar por Breslavia, entrar a la Iglesia de Santa María de la Arena y visitar el pesebre en familia. Era una especie de “obligación” hacer cola para entrar a ver el Belén breslavo un 24 de diciembre a pesar del frío que rondaba las temperaturas bajo cero, recuerda Kazimiera. Entonces había otra escena recurrente, que sigue ocurriendo hoy entre algunos jóvenes: el papá o la mamá le dice a su hijo, “cuando era pequeña, vine con tu madre, y ahora estoy aquí contigo”.

En verano

El pesebre de invierno está exhibido hasta el comienzo de la cuaresma, y en su versión de verano, Jesús no está. Durante la cuaresma el pesebre cierra, y el 15 de mayo se empieza a montar la versión de verano, que solo usa un 10 por ciento de las figuras de invierno, y no es animado. A lo largo del año, en su faceta invernal o veraniega, es un lugar muy popular entre las excursiones de colegio o los turistas del interior de Polonia, Alemania e Italia.

Click aquí para leer la versión en inglés.

Agradecimientos a Aleksandra Burghardt y Ewelina Cembrzynska por su colaboración para esta historia

*Historia publicada en el periódico Polska Viva en diciembre del 2014.

**Desde noviembre de 2021 el pesebre está cerrado hasta nuevo aviso por problemas técnicos y financieros. Se puede leer más información aquí, en polaco.

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