Daniel Samper Pizano y Maryluz Vallejo relatan cómo fue y cómo es su vida en el tradicional sector de Bogotá.
Los escritores y periodistas Maryluz Vallejo y Daniel Samper Pizano comparten, además de su profesión y un libro publicado en común recientemente, su lugar de residencia: la localidad de Chapinero.
La periodista -oriunda de Medellín- es habitante de El Castillo desde hace diez años, trabaja en la Universidad Javeriana y, aunque Daniel ya no vive en dicho sector, sus anécdotas y travesuras en el barrio parecen no tener fin.
Ellos pintaron, para EL TIEMPO ZONA, el Chapinero que recuerdan o transitan, a propósito de Antología de notas ligeras, recopilación periodística publicada a finales de febrero por Editorial Aguilar.
Las travesuras de Daniel en la calle 71
“Llegué un 17 de septiembre a la casa de la calle 77 con 11A. Lo sé porque ese día dejé de hacer pipí en la cama”, comienza a relatar Daniel después de enumerar su paso por otras viviendas, en la Caracas con 69, la calle 72 con Quinta y la calle 71 con Décima.
Entonces, Maryluz responde sorprendida: “¡Qué memoria tan conmovedora de tus micciones!”.
Pero él no solo guarda ese tipo de recuerdos de sus años mozos; además, rememora sus travesuras para entrar a ver películas subidas de tono. “Mi vida transcurrió en los teatros, sobre todo en el Chile (hoy Teatro Nacional, en la calle 71). Con mis amigos hacía ‘vaca’ y sobornábamos al portero”, dice Daniel.
También guarda intacto el recuerdo de los otros teatros de la zona, hoy desaparecidos. “El Imperio estuvo en la calle 63; el Escorial estaba por la calle 57 y el Tirso de Molina, en la 67 con 17”, asegura.
Y ante el asombro de Maryluz, por su facilidad para recordar sin titubeos, agrega, burlón: “¡Memoria de adolescente que quiere ver a viejas en pelota!”.
Daniel tampoco olvida el primer Cream Helado de Bogotá -en la calle 68 con Caracas- ni las tardes en las que remaba en el lago Gaitán, ni sus cantos a un monumento, en la carrera 7a. con 54:
“Al prócer Alejandro Osorio le di más serenatas que a cualquier novia mía -afirma-. Era el único lugar en donde no echaban piedra”.
La memoria del Chapinero campestre
Con diez años en la localidad, Maryluz ha estudiado la historia de Chapinero. Incluso, recogió en Antología de notas ligeras un relato sobre cómo era la vida allí, en 1926:
“En suma, Chapinero es un blando y misericordioso remanso de tranquilidad, en medio del cual se respira, se come, se anda, se charla, se escucha y se duerme mejor”, escribió Carlos A. Soto Muñoz, conocido también como Valerio Grato, en el texto Apuntes de barrio, de la Antología.
Maryluz anhela esa mirada del Chapinero campestre, de casa quintas, de Valerio Grato. “Veo a Chapinero con la nostalgia de los cronistas de antes. Me da tristeza ver algunas casas que van a desaparecer, casas antiguas de la época espléndida de Chapinero”, dice la autora.
Y agrega: “Me encanta la carrera 13, con sus vitrinas y almacenes setenteros congelados en el tiempo. La vida que pudo haber tenido la 7a. la tiene la carrera 13”. Luego, recuerda uno de sus lugares favoritos en Chapinero: la pastelería Cyrano, ubicada sobre la 13, al igual que las casas de anticuarios de la calle 60 con Novena y el almacén ‘Aquí Santa fe’, que tiene unos 25 años y “vende unas arepas buenísimas”.
Nota publicada en El Tiempo y El Tiempo Zona en marzo de 2011.