Ya son tres años de ir en bicicleta. Y me sigue pasando: si me cambio al bus o al taxi por un par de días, me siento culpable. Algunos dicen que ese pensamiento tan radical es poco sano; tienen razón.
Sería más simple dejar descansar a la ‘bici’, caminar hasta el bus o hasta el tranvía y esperar medio dormida a que el aparato me lleve a una estación cercana a mi destino. Pero hay que caminar hasta el bus y odio incomodar a la gente con mi maleta-caparazón-de-caracol.
Hace un par de semanas pedaleé 15 kilómetros en una deshonrosa hora y media. Sigo usando la ‘bici’ porque me levanta el ánimo, no cuesta y acorta mis tiempos de viaje en hora pico: puedo ser más rápida que los buses o los carros. Por eso ahora me pregunto si vale la pena hacer esos 15 kilómetros en bicicleta para visitar a mi abuela; en TransMilenio el recorrido puede ser más corto si no es domingo.
Pedalear hasta la casa de mis abuelos en ciclovía es un gusto; entre semana no tanto. Me convierto en una Cenicienta a dos ruedas, con el rostro tiznado y la garganta irritada por la contaminación, después de cruzar cuatro puentes peatonales contiguos a TransMilenio en la NQS.
Además de este complejo de Cenicienta, sufro del mal del vampiro a la inversa: antes de que caiga el sol debo estar en casa con mi ‘bici’. Dos años atrás ese complejo se había roto con el Ciclopaseo de los miércoles y otras salidas nocturnas con amigos. La diferencia es que antes iba acompañada, casi escoltada, por una ‘carroza’ de bicicletas.
La ruta que hago por estos días me pone nerviosa después del atardecer. La NQS con calle 92, paso obligado para tomar la carrera 15 o la 11, tiene la fama de ser una especie de triángulo de las Bermudas de robos. Y mi visión nocturna no es la mejor. Así que antes de las 6 y 30 o antes de las 7 de la noche, la bicicleta y yo preferimos estar en casa.
No es un gusto sentir los pulmones cenicientos, pero me alegra cruzar los pasos azules que le dan prioridad al ciclista en la ciclorruta de la carrera 11, entre calles 88 y 85. El bicicarril de la carrera 50 también ha sido un gran acierto. Ojalá hubiera uno igual en la avenida carrera 68 –y en otras vías principales-: los vampiros a la inversa saldríamos a rodar con más confianza y los Cenicientos lo agradeceríamos.
Entre otros
Feliz aniversario número 8 al Ciclopaseo de los miércoles. Este 30 de julio celebrarán con una buena pedaleada.
Nota publicada en el blog (desaparecido) Yo prefiero la ‘bici’ de Diario ADN, el 28 de julio de 2014