Versión de barro de la iglesia de Lourdes

Jairo Corredor y su versión de Lourdes

Jairo Corredor y su versión de Lourdes

Resguardada de la lluvia, las palomas y el sol, una réplica de la iglesia de Lourdes ‘duerme’ en la carrera 11 con calle 65.

El peluquero Jairo Corredor le dio vida a la parroquia de un metro con 68 centímetros y de casi una tonelada de peso, tras 10 años de trabajo a base de paciencia, ‘ojímetro’, creatividad y barro.

Corredor se entusiasmó por la arcilla y los ladrillos en un paseo al mercado de las pulgas del centro, hace dos décadas: “Comencé a frecuentarlo para comprar materiales para crear castillos, cositas, aunque no sabía cómo me iban a salir en ese momento”.

Usaba su tiempo libre en la peluquería para moldear; cambiaba su delantal de estilista por otro y se ponía manos a la obra sobre el barro. “Aquí me daban hasta las 3 a.m. cuando me encarretaba tallando una figura, un rosetón, una gárgola, algo barroco o rococó”, añade.

El amor por los trabajos manuales le viene de sangre: “En las navidades hacíamos los pesebres con mi papá, creábamos los castillos y las casas”, cuenta.

La Lourdes de barro es su gran logro, luego de veinte años de aprendizaje empírico. Está compuesta por unas 3 mil partes. La torre fue levantada, por ejemplo, en 3 meses.

Jairo no escatimó detalles: instaló bancas, el altar y puertas y ventanas que se abren. La completó con un reloj, un candelabro, luces interiores, ventanas con vitrales hechos por una artista y también un piano.

Evolución

“En las navidades hacíamos los pesebres con mi papá, creábamos los castillos y las casas”, cuenta.

Corredor mantuvo la costumbre decembrina. Y en los estantes y mesas de su hogar hay reproducciones de la mayoría de iglesias, ruinas o nacimientos que ha visitado.

La capilla de Tocaima, en donde fue acólito, fue su primera obra elaborada con ladrillos miniatura. Hoy la expone en la sala de su casa, junto a otras 11 figuras que levantó en meses o días: el nacimiento del pesebre de los marinos que vio en Nápoles (Italia); una parroquia de Barichara -en su realización usó por primera vez luces, en 1988-, y una ermita que conoció en Venecia.

“En una pieza podía demorarme 6 ó 7 horas”, explica Jairo, quien suspendió durante un poco más de un año la construcción de la capilla, por quebrantos de salud. “Nunca me imaginé tener tanta paciencia”, añade contento por su logro.

Lourdes es su iglesia de culto los domingos o entre semana; de hecho, la ve entre el follaje de los árboles de la carrera 11 en el recorrido de su residencia al local.

Nota publicada en El Tiempo Zona y El Tiempo en junio y julio de 2010.

 

 

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