Perder la vista no fue excusa para dejar de disfrutar la trocha en ‘bici’.
Pedalean con los oídos atentos a una rama que se quiebra o una piedra que se desliza. Sin ver, hacen ciclismo de montaña en el sur de California, en Estados Unidos.
Hace diez años, personas que perdieron la vista montan bicicleta guiados por los sonidos del medio ambiente. Ellos aprovechan una técnica usada por murciélagos, delfines, cachalotes, y ahora, humanos: la ecolocalización.
“Tradicionalmente una persona invidente va en la parte de atrás de una bicicleta de dos puestos. En cambio nosotros les damos a nuestros estudiantes la libertad de manejar sus bicicletas como ellos decidan”, cuenta Juan Ruiz, entrenador de percepción y movimiento de la asociación World access for the blind.
Antes de pedalear cima arriba, los alumnos de la organización deben demostrar que saben caminar con el bastón en la ciudad y en la montaña. Después vienen las lecciones a bordo de la ‘bici’ de Flashsonar, otro nombre usado por World Access para designar la ecolocalización: aprenden que con continuos ‘clic’ de la lengua, pueden construir una imagen 3D de su entorno “por el eco que reciben de los objetos”, señala la asociación. Y tras este entrenamiento, están listos para rodar en una fila en la trocha, pero no guiados por su lengua, sino por el ‘clic’ de amarres plásticos que rozan las llantas traseras desde el marco de la cicla.
“Con la ecolocalización, una persona puede escuchar (ver) la caída de la montaña y más allá la cima de otra”, cuenta Ruiz, quien perdió la vista y ha practicado ciclismo de montaña en San Gabriel y Orange County, en California, junto con Daniel Kish, el presidente de World Access.
Actualmente, salen cada tres meses en grupos de seis o diez personas. La primera en la fila ve y los guía pero no les da mucha información sobre el camino. De hecho, los ciclistas prefieren no recibir mayores instrucciones sobre qué hay a su alrededor.
Se ejercitan al borde de barrancos y les encanta estar al límite. “Me gusta la naturaleza, así como las grandes velocidades y las emociones fuertes, así que esta actividad es perfecta para mí. Además es refrescante llegar a lo más alto de la montaña y luego ir abajo sin caerte; me gusta sentir que alcancé mi objetivo”, concluye Ruiz.
Nota publicada en el blog de Diario ADN Yo prefiero la ‘bici‘, en diciembre del 2012