Cric, cric, cric
‘Ey, Grillo’, jugaban. No era Guillermo, ni Guillo, sino ‘Grillo’. Él lo tomaba con calma. Se ponía una sonrisa postiza de cinco segundos, se acomodaba el pelo y los despedía. […]
‘Ey, Grillo’, jugaban. No era Guillermo, ni Guillo, sino ‘Grillo’. Él lo tomaba con calma. Se ponía una sonrisa postiza de cinco segundos, se acomodaba el pelo y los despedía. […]